¿Quién manda en casa?


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Por qué la autoridad de los papas

Nos planteamos esta pregunta desde el enclave familiar.
La familia desde siempre y por necesidad ha mantenido y tiene que conservar una estructura jerárquica.

Esto significa que no funciona democráticamente; y como consecuencia el mando viene distribuido gradualmente por criterios de cargo, madurez y edad.

El desarrollo humano supone: ser un cachorro y llegar a ser adulto con capacidad de autonomía y decisión, responsable, respetuoso con los demás y con capacidad de donación.

La autoridad ejercida por los padres es la herramienta indispensable para hacer posible la educación y facilitar el crecimiento.

El proceso del ser humano a lo largo de la historia sólo se comprende a fuerza de ir trasmitiendo de padres a hijos las soluciones encontradas y que avaladas por la experiencia han sido reconocidas como acertadas y válidas.

Como enseñar a obedecer a nuestros hijos e hijas

Al igual que un peldaño se apoya en el anterior cuando se trata de una escalera o el piso de un edificio se sobrepone a otro y la solidez y la altura total depende de sus cimientos, así ocurre con el aprendizaje humano y la adquisición de hábitos y formas correctas de comportamiento.

Podemos hablar de etapas como procesos de maduración que necesitan más o menos tiempos, según los casos, y de objetivos que van a requerir en cada construcción humana de un mayor o menor grado de estimulación y entrenamiento.

Si alguna de esas etapas queda incompleta, la siguiente no se podrá montar en su totalidad y como una asignatura pendiente habrá que volver a ella para recuperarla y hacer posible la consecución de las metas superiores.

Etapas a cumplir y objetivos

En la infancia es cuando el cerebro debe aprender a organizar los ritmos vegetativos constituyendo la base de estructuración de los procesos más complejos.

Fundamentalmente el bebé tiene que asumir el ritmo de vigilia y sueño (la noche para dormir, el día para la actividad) y el ritmo de alimentación que supone comer sólo a las horas establecidas. Esta ordenación tiene que venir impuesta y controlada por los padres, manteniéndose hasta la edad adulta.

En la etapa de sueño, al tiempo que se organizan las primeras formas de desplazamiento, el niño-a realiza experiencias con el medio que le rodea (mirar, tocar, coger, chupar, morder, tirar).

Indistintamente dirige siempre su mirada hacia el rostro de papá y mamá buscando en su gesto sonriente o serio la aceptación y conveniencia de lo que hace. Es el momento donde la palabra SI y NO, a secas, son captadas como primer código verbal que organizará a partir de entonces todas sus conductas.

Los papás no deben añadir explicaciones a este SI o a ese NO, incluso cuando el niño-a es mucho más mayor y le encanta preguntar por qué. Si lo hace bastará contestarle con otra pregunta: ¿Quién manda?. Los razonamientos están bien y hay que hacerlos, pero fuera de este contexto en el que se está ejerciendo la autoridad.

En la etapa de bipedestación el niño adquiere la capacidad de andar. Ello supone un poder de autonomía que tiene que ser acompañado con la adquisición de los primeros hábitos sociales: guardar juguetes y objetos personales, comer sólo, lavarse y secarse las manos, control de sus esfínteres urinario y anal, ayudar en gestiones muy simples como traer cubiertos, servilletas, pan y otras que no entrañen el peligro de romperse.

La ALABANZA cuando hace bien las cosas y el CASTIGO si las hace mal deben acompañar el SI y NO. Advertir que los niños reciben pocas congratulaciones por las cosas buenas que hacen y las necesitan mucho para aumentar su nivel de autoestima y aprecio personal. Por otra parte, el castigo no tiene una misión de escarmiento sino que cumple una función compensatoria para eliminar el sentimiento de culpabilidad por el error cometido. El castigo educativo debe ser simbólico, inmediato a la falta, muy breve en la aplicación (contar 1-2-3-, hasta 5, hasta 10, o un minuto según la edad) y terminarlo con un beso recíproco de reconciliación. No utilizar el Water o la habitación de dormir como lugares de castigo, a que no son menos indignos que otros. Cara a la pared es suficiente.

El error de los papás es dar por supuesto que su crecimiento corporal incluye la adquisición de hábitos, pautas y patrones correctos de conducta, imaginando que por maduración natural tienen que producirse sin más. La acción educativa incluye la puesta en marcha de los criterios de los criterios de etapas anteriores y hacer valer la fuerza -no la violencia- hasta que queden automatizados. No es oportuno dar gritos, enfadarse, reñir o pegar aunque se trate de una palmada al culo. Unas cosquillas e incluso bocados en la barriga desnuda, una presión fuerte sobre su muñeca, una mirada fija y seria enfrentándose a sus ojos, el chantaje positivo, resultará a la larga mucho más eficaz.